martes, 5 de abril de 2016

Televisa, consorcios y política.

La fuerza de Televisa descansa en el acaparamiento que ha tenido, durante más de medio siglo, de la televisión mexicana. En el sistema político mexicano, este consorcio se ha beneficiado de un trato discrecional y, con frecuencia, reverencial. A la enorme capacidad comunicativa que indudablemente ha tenido, se añaden el beneplácito e incluso el temor que le han dispensado a esa empresa dirigentes políticos de todas las filiaciones ideológicas en México.


Televisa sacó provecho durante largo tiempo de un eficaz círculo vicioso que articuló su poder de propagación con las necesidades comunicativas del Estado. El gobierno le permitió ejercer, y luego compartir, el monopolio de la televisión mexicana. Y cuando requería espacios en televisión, ese gobierno, junto con los partidos políticos, aceptaba exigencias de la empresa que se traducían en concesiones de más canales, autorizaciones para nuevos negocios, incluso reformas legales a la medida de los requerimientos del consorcio.


Esa inercia política, que incrementó las capacidades comunicativas de Televisa en la medida en que la televisión se hizo más necesaria para ejercer el poder, está modificándose de manera drástica. La ausencia de regulación eficaz para los medios de comunicación en México terminará a partir de la reforma constitucional promulgada en 2013, que establece normas para evitar, o al menos atenuar, el poder de los monopolios, tanto en radiodifusión como en telefonía. La hegemonía de Televisa en el campo de la televisión encontrará nuevos contrapesos.


Todo eso ocurre como resultado del cambio en tres escenarios. En México se ha modificado el contexto político que desde la década de 1950, cuando se expidieron las primeras concesiones, permitió que la televisión fuera privilegio de unas cuantas empresas, especialmente las que darían origen a Televisa. Después de la elección presidencial de 2012, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) recuperó la Presidencia pero no alcanzó mayoría legislativa suficiente para tomar decisiones importantes sin aliarse con otras fuerzas políticas, los partidos de alcance nacional conformaron un programa de cambios. El Pacto por México, integrado por el PRI, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), junto con el nuevo gobierno, diseñó una detallada reforma constitucional para los medios de comunicación, que fue promulgada el 11 de junio de 2013. Esa reforma propicia el surgimiento de nuevas televisoras, establece un organismo regulador con capacidades para disponer cambios en los mercados de radiodifusión y telecomunicaciones y compromete al Estado a impulsar redes nacionales de banda ancha, entre otras medidas.


Durante la campaña electoral de 2012, la exigencia para que hubiera cambios en los medios de comunicación se incrustó, como nunca antes, en la agenda de los asuntos públicos. El movimiento estudiantil #YoSoy132 tuvo como principal bandera la democratización de los medios de comunicación. Aunque esa era una exigencia un tanto difusa, por primera vez el cuestionamiento a los medios, y muy especialmente a Televisa, pasó de los seminarios académicos o los cónclaves partidarios a las movilizaciones de gran concurrencia en las calles. Al mismo tiempo, el estancamiento en el mercado de las telecomunicaciones se convirtió en detonador de nuevos requerimientos. La competencia ha sido imposible, o muy difícil, tanto en telefonía como en radiodifusión, debido a la ausencia de reglas para atenuar la influencia de los monopolios. Telmex y Telcel, ambas propiedad del empresario Carlos Slim, han acaparado la telefonía alámbrica y celular con 80% y 70% del mercado mexicano, respectivamente. En el campo de la televisión, Televisa ha contado con 57% de las frecuencias de carácter comercial y con tres de las cinco cadenas de alcance nacional, además de 70% de la audiencia en todo el país.


La posición dominante de Televisa sobre la televisión y sobre otros sectores mediáticos y del entretenimiento ha sido casi total. “El logro en el sector se explica por la afortunada conjunción de sucesos y operaciones económico-políticas: una larga historia como difusor bajo una gestión familiar caracterizada por propietarios dinámicos y visionarios, la posición dominante gracias a facilidades políticas, la aplicación de todas las leyes de una economía de mercado, concentración en el sector, la diversificación de las actividades ligadas al entretenimiento y la internacionalización de la empresa”.


El grupo Televisa es poseedor de aproximadamente 68% de las concesiones en materia de televisión abierta, el 25% está enfocada en la publicidad de medios electrónicos y cuenta con cuatro canales que el estado le otorgó sin pago alguno hasta el 2021. Gracias a esta conglomeración se ha hablado de un monopolio, poniendo un alto a la existencia de la libre competencia. Por otra parte, controla ya más del 55% del mercado de televisión restringida, que son Cablemás, Cablevisión, SKY y Megacable.


Casi desde su creación se ha notado el apoyo del gobierno a la televisora, Televisa logró imponerse como el grupo mediático más importante de México gracias al apoyo político en la asignación de frecuencias. El grupo nunca ha tenido impedimentos políticos para su crecimiento. Estableciendo relaciones muy complejas y convenientes Televisa se convirtió en uno de los pilares más sólidos del autoritario régimen político mexicano.


Las reformas a la ley de telecomunicaciones y radio y televisión significaron un momento de completa debilidad de la clase política, y de completa fortaleza de los grupos económicos relacionados con la radio y la televisión. Intervinieron directa o indirectamente otros grupos económicos, grupos políticos, asociaciones ciudadanas y organizaciones internacionales.

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